Voodoo.
Las besa con sumo cuidado para no equivocarse,
las indicaciones deben seguirse al pie de la letra,
primero a la roja, luego a la blanca.
Un corte firme y profundo con una de las espinas
el mismo lacera su mano
y la santera tiñe con la sangre los pétalos de la flor blanca,
ofreciendo el sacrifico a esa diosa africana de nombre casi impronunciable
susurrando cánticos mientras esparce los pétalos sobre el cuerpo
La santera voltea hacia el afligido y la advertencia brota:
"Ningún conjuro puede regresar a los muertos"
y la sentencia se escucha contundente:
"La que se fué, no volverá a ser"
Con lágrimas empapando su rostro, asiente ante la mirada de la santera,
quien cierra los ojos y procede.
Mon Moroag.
Microrelatos
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